Hoy te voy a contar una historia.
Tres jóvenes querían cruzar un río para llegar a alcanzar su más querido sueño, llegar a la cima de la montaña…
Al llegar al borde del río observaron que había una gran roca, un obstáculo gigante que no los dejaba pasar al otro lado, al menos no de momento.
Los tres jóvenes iban acompañados de su maestro y este aprovechó la ocasión para preguntarles.
¿Para ti que es un obstáculo?
No quiero que piensen solo en esta gran roca que nos está impidiendo el paso de momento, sino en los obstáculos que los han detenido para alcanzar algo…
Uno de ellos contestó:
Pues al menos a mi me ponen de muy mal humor, pienso en el obstáculo del dinero cuando no lo tengo, en el tiempo cuando no me rinde, en los compañeros que a veces me tocan cuando quiero iniciar otro trayecto como estos y ¡son tan lentos!, es desesperante, detienen mi camino!
Empezaron uno a uno a contar todos los obstáculos que habían tenido y parecía como si algún gigante poderoso les hubiera atado las manos a todos quitándoles todo su poder, entre más agregaban obstáculos, que a veces se iban convirtiendo en quejas , más crecía aquel gigante a la orilla del río.
El maestro escuchó atento y les preguntó:
Muy bien, ahora que cada quien tiene bien identificado su “gigante” su obstáculo o queja. Alguien quisiera sentarlo enfrente y platicar con él?
Los rostros de todos se miraron unos a otros sorprendidos.
Los invito a observarlo y preguntarle a su Sr. Obstáculo ¿Qué quiere decirte?
Imagina por un momento que es tu aliado y que ha querido decirte algo desde hace tiempo…
Los jóvenes tomaron su tiempo para conversar con el Sr. Obstáculo y después de un tiempo uno de los jóvenes contestó:
Yo lo vi de frente y me lo imaginé como cuando voy a hacer pesas…necesito la pesa, mi contrapeso si quiero que mi músculo crezca, necesito la pesa para ejercitarlo, si no tuviera la pesa , ¿con que práctico? ¿cómo desarrollo fuerza?, sería casi cómico pelearme con la pesa porque está ahí estorbándome para conseguir mi músculo, aunque a veces me cueste cada vez que la levanto sé que está ahí para ayudarme a ejercitar…
El maestro siguió su indagación: Obsérvenlo detenidamente y pregúntense ¿realmente tiene algo contra ti? ¿Te quiere hacer daño? ¿Se han dado cuenta de ello?
Escuchen su mensaje, porque los obstáculos muchas veces nos ayudan a ejercitar algo en lo que necesitamos ser más fuertes, están ahí para enseñarnos o mostrarnos alguna información que de otra manera no la veríamos.
Alguien más levanto la mano para explicar su punto de vista…
Otro de los jóvenes agregó: al ver el obstáculo yo lo vi como un “aviso”, sabes veces soy tan obstinado cuando quiero algo que no veo cuando necesito ser un poco más precavido o cuando me tenía que prepararme más para lograr mis objetivos, el obstáculo me ha mostrado las veces que he tenido que reconsiderar una vía diferente o bien tomar en cuenta mas elementos antes de dar el siguiente paso…
El maestro asintió, así es, lo importante es que descubras su mensaje, ya que si sabemos el para qué del obstáculo podemos descubrir el sentido del mismo. No estoy diciendo con esto que el obstáculo no exista o que no hay que tomarlo en cuenta, ya que existen riesgos que hay que considerar en toda aventura que se emprende al crecer, lo que propongo es verlo de una forma diferente, de una manera que más que una carga o un impedimento para seguir adelante, sea un impulsor de tu camino.
Tú decides si lo ves como un aliado que te ayuda a ejercitarte y aprender de su mensaje o como un gigante cuya misión es impedir tu camino…